La Mudanza - Parte II

Previously in Shouganai…

Una vez que terminamos de subir el último trasto a la camioneta, yo me quede para cerrar la casa. Estaba mirando el vacío de mi habitación y no pude evitar que me diera un poquito de nostalgia. Pero no podía darme el lujo de ponerme a divagar, aún faltaba descargar los trastos, y lidiar con el quibombo que iba a reinar en mi nuevo hogar.

Muchos piensan que no soy una persona ordenada. Algunos ni siquiera piensan que soy una persona, y yo solo se que tengo cierto sentido de la organización.
En la oficina vivo tapado de carpetas y papeles, pero se muy bien donde esta cada cosa. En mi casa soy igual. A simple vista puede parecer que el lugar sufrió una estampida de elefantes, dejando atrás un paisaje devastado de ropa, botas, libros, películas y motas de pelo felino rodando como si fuera el far west. Pero si le ponen un poco de voluntad se ve que todo esta fríamente calculado (hay que mirarlo como a esos cuadros 3d).

Entrecierren los ojos y observen... Aquel bulto de ropa es para lavar, aquello esta limpio y tengo que “esconderlo” en el placard. Ese rincón de ahí es para el calzado, y en la biblioteca se acumulan libros, cd’s y películas.
Sobre el escritorio se forma un ecosistema aparte, la compu la mudé al living, así que ahora dominan los apuntes y libros de la facultad y de alemán, sazonado por biromes que no funcionan, resaltadotes gastados, bollitos de boletos, restos de goma de borrar, algún paquete de galletitas, y un cráneo. Y por último y no menos importante, eso que se mueve sigilosamente entremedio del caos es un gato.

Cuando embalé todo, sabia perfectamente que había metido dentro de cada caja, el problema es que a medida que descargábamos íbamos dejando las cajas en cualquier lado, así que cuando finalmente se fue todo el mundo, de poco servia saber que había en cada caja, cuando la que estas buscando no sabes donde fue a parar.
Mi madre es al revés, ella solo aparenta ser ordenada. Prueba de esto surgió cuando quiso prepararme algo para comer.

Mi-Madre: ¿Te acordás donde puse lo huevos?

Mi madre se había encargado de guardar las cosas de la cocina, pero ella es muy poco “estratégica” y encima despistada. Por ejemplo la mayonesa, los fideos y el fiambre que había comprado por la mañana los guardó con el detergente, la lavandina y la comida para gatos. Los cubiertos los envolvió en una servilleta, y los metió en el huequito de un rollo de cocina que metió en mi mochila, y los descubrí cuando quise sacar la cámara. Así que los pobres huevos podían estar en cualquier lado, o bien no aparecer jamás…

Ahora que vivimos en un departamento sobre una calle comercial hay mucho bullicio durante el día. La gente pasa por la vereda vociferando, los carteles luminosos que parpadean, el pasea-perros con los 20 canes ladrando, los bocinazos, las puteadas...

Maggie (por primera vez se atreve a dar la cara en Shouganai!). ¿Estará añorando sus tranquilas épocas mirando el jardín desde la ventana?. A veces ella se queda hipnotizada mirando a través de las rendijas de la persiana, y de repente un bocinazo la saca de su ensimismamiento y sale corriendo...

Aaahhh las bocinas de los colectivos, todo un espectáculo. El otro día escuché a uno que sonaba como la musiquita de “El Padrino”. ¡Buenísimo!


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