Crónicas Citizeneanas: The Omen (La Profecía)


“…NOW! The writing is on a wall, it won't go away… IT’S AN OMEN!!!”


Allá lejos, en el mes de Mayo, conté que la primera vez que escuché esa canción, no me gustó nada, pero no podía dejar de tararear la melodía. Luego, me enteré que ELLOS venían a Buenos Aires, así que ahora ya no me los puedo sacar de la cabeza… era una profecía!


La semana pasada, tuve unos días terribles en la oficina, en varias ocasiones hasta me salté el almuerzo, el problema que teníamos entre manos no me dejaba tiempo, ni ganas para tomar siquiera un sorbo de café.
Entre todo este quilombo, yo intentaba inventarme una excusa para salir temprano el viernes, y llegar sin apuros al concierto de The Prodigy.
Como si no fuera poco el ambiente de mierda en la oficina, el jueves Buenos Aires fue azotada por una tormenta. Truenos estrepitosos, fuertes vientos, lluvia torrencial y hasta se decía que caía granizo en algunas zonas.
Yo estaba que me moría de la ansiedad, y no dejaba de mirar en internet y en la t.v. el pronóstico del tiempo para los próximos días, el cual, por supuesto, no auguraba buen tiempo. De todos modos, yo puse a cargar las pilas para la cámara.

El día viernes, el clima, dentro y fuera de la oficina, parecía querer darnos una oportunidad, pero aun seguía gris, con el cielo encapotado y unas lluviecitas aquí y allá…
Alrededor de las 3pm, mi jefe anunció que se retiraba… ¡Joya! ¡No necesito inventar ninguna excusa! Apuré mis cosas, y 1hr antes de mi hora de salida yo ya estaba despidiéndome de mis compañeros. ¡Hasta la vista soquetes!

Aproveché ese tiempo extra y pasé por mi casa. Comí algo rápido, me puse ropa acorde para la faena, agarré el celular, la cámara y lo más importante, la entrada. Volví a salir a la calle, poniéndole el pecho a ese calor y humedad pegajosos que amenazaban constantemente con aguar (literalmente) la fiesta, y con un solo pensamiento: “Si tiene que llover, que llueva; yo voy a ver The Prodigy”.

Los que han ido a conciertos en el Club Ciudad, coincidirán conmigo en que para entrar hay que hacer una especie de caminata de la muerte. Nos tenemos que meter por Crisologo Larralde, una calle horrible con muy mala iluminación, y durante el trayecto vas escuchando a los de “Prevención” diciendo: “¡Con la entrada en la mano chicos!”, pero nadie quiere sacar la entrada, por miedo a que algún punga nos la arrebate, por que ir caminado por ahí es como meterse en la boca del lobo.

Al fin llego hasta la entrada, entrego el ticket y al tipejo me mira serio y dice: “Ah no no, hay un problema con este ticket”. Me bajó la presión de golpe, como mas pálido de lo que soy no me puedo poner, seguramente me volví amarillo ó invisible. El tipo me agarró del hombro y me llevo a un costado para que el resto de la gente pudiera seguir pasando, “Yo te voy a contar la historia sobre este ticket que tenés acá”.

La cantidad de cosas que me pasaron por la mente en ese instante, no se lo imaginan. El abanico de imágenes iba desde no poder ver el show, hasta ser violado y pungueado por ese tipo detrás del árbol mas cercano.

“Con esta ticket no podes pasar por acá, porque por acá entra la gente común. Te explico. ¿Viste toda la caminata que te hiciste desde la avenida hasta acá? Bueno, te tenes que volver hasta allá, y después te metes por la calle esa que ves ahí, seguís derecho, derecho, derecho, te vas a encontrar con una curva, ahí doblas y seguís, cuando crees que llegaste, no le des bola, vos seguís caminado hasta el final de todo!”

No sabía si pegarle una patada en las bolas, ó agradecerle la detallada explicación. Ante la duda, di media vuelta y volví por donde vine, siguiendo el camino que me había indicado, y prestando atención a si había alguien mas haciendo el mismo recorrido que yo, al menos para saber que no era el único idiota que se dirigía por propia voluntad hacia un descampado para ser violado y pungueado.

La cosa es que éramos unas 6 ó 7 personas, y caminábamos bastante distanciados unos de otros, mientras cruzábamos obvias miradas de desconfianza.

Después de un par de amagues: “No, no, no, por aca no es chicos, sigan caminado hasta el fondo”; pues finalmente llegamos!

Entrego mi ticket… “Ok, pasa por ahí para que te den la acreditación”
Paso por ahí… muestro ticket, me dan esa credencial tipo colgante y planito del lugar, me entregan una Pepsi, y me voy re feliz.

Cuando llego al corralito muestro la credencial, el tipo me mira de arriba abajo, ahí ya me puse nervioso de nuevo:

Corralitero: No podes pasar.
Citizen X:¡¿QUE?!
Corralitero: Te falta la pulserita, a ver correte…
Citizen X: Pero ¡No me dieron ninguna pulserita!
Corralitero: Vos también, no podes entrar!
Flaco detrás mío: ¡¿Como que no puedo pasar?!
Corralitero: a ver… se corren y dejan pasar a la gente!
Flaco detrás mío: ¡Yo no me corro un carajo!
Otro flaco mas: ¡Che, loco! ¿Que pulserita?
Corralitero: ¡Hey Hey! ¡Escuchen! Los que tienen solo el colgante, vuelvan para allá y reclámenle a los pelotudos que les den también la pulserita, sin eso no entran! ¿SE ENTENDIÓ?

Para todo esto, ya faltaban menos de 10minutos para que comience el show, y yo junto con 2 flacos mas, teníamos que atravesar casi medio predio, que ya estaba lleno cual hormiguero, para reclamar la condenada pulserita.
Así que eso hicimos, pisoteamos gente y llegamos, uno de los flacos estaba desaforado y así como dejamos que abriera paso entre el hormiguero, le dejamos la palabra tambien y el explicó muy amablemente y entre ornamentadas puteadas lo que había pasado.

Ya con las pulseritas corrimos de vuelta al corralito: “Ok chicos, ahora si”.

Aprovechando mi poca voluminosidad corporal, puse cara de soquete y me escabullí hasta llegar a la valla, 2 minutos después las luces se apagaban y... AAAAAAHHHH!!!!!!



PD: Y si, tal vez he pecado de ñoño por haber sacado la entrada “PREMIUM FAN”, pero gracias a eso estuve en el “corralito”, adelante de todo y viendo las monerías de Flint a centímetros de distancia. ¡Valió cada maldito centavo que pagué, y cada moretón con los que volví! ¡Y la cara de feliz cumpleaños no me la sacan ni con cirugía!

PD 2: ¡Y afortunadamente no llovió!



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