
Sábado por la mañana
Mi amigo Schwarz, con quien curso alemán, desde hacia varias semanas me había avisado que iba a faltar a clase, el es de los que comparte la costumbre de llegar obscenamente temprano para asegurarse un lugar bien adelante. Es así que a las 9am, el señor ya estaba haciendo la fila en el estadio de Racing.
Por mi parte, preferí tomarlo con más calma, ya había esperando 11 años para volver a verlos, todavía tenía que atravesar toooda la capital hasta Avellaneda, y encima toda la semana pronosticaban tormentas para esta noche.

El trayecto me costó 2 colectivos y 2:30hs de viaje, y esto solo fue a la ida.
Al llegar al lugar me encontré con filas de gente que serpenteaban por todas partes. Haber sabido antes lo que tuve que caminar, me hubiera bajado del bondi unas 7 cuadras más adelante. Cada vez que preguntaba a los de seguridad sobre cual era la fila que debía seguir, me mandaban cada vez mas lejos y terminé atravesando unas cuadritas con viviendas muy precarias (intento ser sutil) y luego llegué hasta el descampado que queda detrás del estadio, y si ni fuera por la cantidad de gente que pululaba con cara de perdida y las filas serpenteantes, hubiese creído que me estaban mandando a algún lugar alejado para afanarme (como mínimo!)
Los pocos que leen el blog, recordarán las veces que he mencionado que por alguna bizarra razón la gente extraña tiende a confiar ciegamente en mi. Esta vez, confirme nuevamente que tendría un futuro muy prometedor como secuestrador y/o serial killer, las víctimas se me entregan en bandeja!
Resulta que en medio de la búsqueda, justo después de preguntar por décima vez que fila debía seguir, una chica de unos 20 años me encara “Che, vos tenes la misma puerta de ingreso que yo ¿Te jode si voy con vos? Es que mis amigos ingresan por otro lado y yo estoy re perdida!”

En seguida me percaté de un detalle fundamental: NO HABÍA PANTALLAS. Racing no será tan grande como River, pero un par de pantallas a los costados SON necesarias.
Cerca de la 7:30pm arrancó la banda soporte, Bloodparade.
De nuevo otra falla más importante: problemas de sonido. A mi no me gusta esta banda, pero no creo que fuera culpa de ellos el que sonaran pésimo.

Tanto que anunciaban tormentas, al final no pasó nada. Pero el viento se hacia cada vez mas fuerte y mas frío; y justo cuando pensé que se me iban a partir los dientes de tanto castañear, el escenario se iluminó mostrando una bandera alemana que cubría todo el escenario, y los primeros acordes de Rammleid dispararon la adrenalina de todos. Entonces el escenario estalló, la bandera/telón empezó a caer y ahí estaban… ELLOS.
Quien no halla ido a un concierto de una artista que les guste, sepan que se están perdiendo de una de las mejores experiencias de sus vidas.
El mejor momento es el inicio del show, cuando todo el mundo parece contener la respiración, expectantes hasta que la música empieza a sonar y aparecen los músicos, entonces esa energía se libera como un orgasmo colectivo.
Ahora tomen ese resultado y multiplíquenlo por la variable “Rammstein”.

Durante 2hs. el público se convirtió en el esclavo sexual de estos 6 germanos, quienes azotaban sin clemencia con un hit tras otro, tarea nada fácil con la cantidad de canciones de tuvieron que dejar de lado.
No faltaron los fuegos artificiales, hombres en llamas, prótesis pirotécnicas y toda esa parafernalia teatral que nos ofrecieron en temas como Mein Teil, donde Till intentaba cocinar a alguien en una gran olla, o el ya clásico “Démosle a Flake pa’ que tenga y pa’a que guarde”.
Continuará…

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